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—¡Calla, mujer: si tiene diez y nueve años!... observó la Marquesa.

—Pan y agua son manjares de todas edades, repuso la fiera militara.

—Tengo, prosiguió la Marquesa á esa Alegría, que no piensa mas que en divertirse: todo el dia me ha estado moliendo para que la llevase á paseo. ¡Para paseos estaba yo!

—No accedas: ¡bien hecho las niñas, recogidas; que el buen paño en el arca se vende.

—El buen paño en el arca se pica, replicó con aire desvergonzado Alegría.

—Calla, cuelli—sacada, le dijo su Madre. ¡Ay Eufrasia! Tengo... tengo una sobrina llorona; por todo llora! ¿Me querrás decir, Clemencia, compotitą de manzana, por qué estás llorando?..

—Tia, repuso Clemencia, enjugándose los ojos, porque me habeis dicho que callo y no tomo cartas en vuestros altercados con mis primas, por no daros la razon; y no es por eso, sino porque pienso que no debo meterme en eso, pues mis primas se enfadarian; y tambien porque os aseguro, señora, que no sé qué decir.

—Pues aprende de Doña Eufrasia, le dijo al paño Alegría, que como dice la copla, bien podrá no tener nunca mucho que contar, pero sí tiene siempre mucho que decir.

—No se hace caso de las lágrimas de las niñas: ese es el modo de que no vuelvan á llorar esas Mag-