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De allí á un rato, apareció el fámulo á paso de ataque, alta la frente, gracias al corbatin de charol, y se cuadró en su posicion; pero tan cerca en extremo de su señora, que ésta que se habia propuesto dispensarle todas sus desmañas, é irle ensenando, le dijo: —Más lejos, hombre; cuando te llamne, te quedas á la puerta aguardando órdenes Pepino dió media vuelta á la derecha y se plantó en su posicion á un lado de la puerta; pero no sin haberle dado, al volverse un talonazo que hizo retemblar todos los cristales en sus compartimientos.

—Ten entendido, le dijo la Marquesa, que tienes que traer cuanto te pida Andréa; y que no tenga que volvértelo á decir. Ahora vé y trae los merengues.

Pepino dió media vuelta a la izquierda, y desapareció á paso redoblado.

—¿Lo vé Vd.?—dijo Alegría, que á duras penas habia estado conteniendo la risa,—vé Vd., D. Silvestre ¡qué zopenco, qué gaznápiro! Mangoneando ha estado en la antecocina, habiendo roto un vaso y derramado el aceite de un reverbero. Andréa ha querido enseñarle cómo se hacen las cosas; pero él dice que todo lo sabe; que el que ha estado veinte años en casa de la coronela Matamoros, puede enseñar, y no tiene que aprender, y en dos por tres. se bebe una casa.

I —Nadie nace enseñado, repuso la Marquesa, y vuelvo á decirte que más quiero á este que á un piCLEMENCIA.

TOMO 1. 6