Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/88

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 44 —

—Calla, mandó la Marquesa.

Pepino se revistió de su seriedad, y se puso en su posicion.

El primer plato de que se componia el segundo servicio, era un pollo asado.

—¡Ah! exclamó al colocarlo en medio de la mesa el nuevo criado con la cara mas alegre y animada que nunca: ¡qué hermoso gallo para comerlo entre tres amigos, y dos durmiendo!

—Calla, volvió á decir la Marquesa: coloca el pollo delante del señor D. Silvestre, y no vuelvas á meter tu cucharada en nada.

—Señora, exclamó el interpelado, pasando repentinamente de su aire jovial á su aire digno, no he metido en nada mi cucharada; yo sé vivir; desde que almorcé no he probado bocado.

—Lo que se te advierte, repuso impaciente su ama, es que no hables; enmudece, y no te estés ahí parado. Trae lo demás; já qué aguardas?

A que acaben sus mercedes de comer el pollo, contestó el inteligente mozo de comedor.

—Anda, hombre, y haz lo que se te mande, advirtió con renovada paciencia su señora y directora.

Pepino volvió en seguida con otra fuente, que contenia corbina guisada, —¿Dónde coloco esta corbeta? preguntó.

Alegría prorumpió en carcajadas.

—Ese hombre no sabe ni hablar, dijo ásperamente Constancia.