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CAPÍTULO V

JUAN CRUZ Y FLORENCIO VARELA


Muy superior á todos los anteriores es Juan Cruz Varela, verdadero representante de la escuela clásica.

Nació Varela en Buenos Aires el 24 de Noviembre de 1794, y empezó á educarse en pleno período revolucionario, concurriendo desde 1810 á las aulas de la universidad de Córdoba, donde en 1816 se graduó de bachiller en teología.

Su primera producción fué un poema en quintillas, imitación del «Sutrín» de Boileau, cuyo tema era un motín universitario. Pero su vocación no era la sátira, ni la poesía amorosa, que cultivó bastante en su mocedad. Sus anacroónticas A Delia y A Laura son frías, amaneradas é insípidas; pero en un poema erótico-mitológico que tituló Elvira, compuesto también en su temporada de estudiante, hay octavas muy bien hechas, que recuerdan las de la «Sylvia» de Arriaza, á quien indudablemente había tomado por modelo, y de la cual son dignos de citarse los siguientes versos:

Tiemble la hermosa cuando, sola, al lado
De su querido, el corazón le lata;
Que contra el ruego de un amante amado
Es imposible que el rubor combata.
El primer beso, á la modestia hurtado.
El primer nudo del pudor desata;
Que arrancada á la flor la primer hoja,
Un hálito del aire la deshoja.


Pero su modelo predilecto entre los poetas españoles de fines del siglo pasado fué el melancólico Cienfuegos, cuya énfasis sentimental, sostenido por condiciones de excelente versificador, se asimiló en parte Varela. Esta derivación es visible en la elegía que compuso en 1820, á la memoria de su padre.