y de tamaño igual á las otras, no distinguiendose específicamente el árbol del membrillo comun.
Los melocotones, de los quales hay doce ó trece especies, suelen ser tan grandes, especialmente en la Capital del Reyno, que hay muchos de una libra castellana de peso. Son muy apreciables entre los duraznos por su magnitud y sabor los que llaman alberchigos, los quales tienen la pulpa de un color blanco roxizo, y el hueso roxo del todo: su árbol es bifero, esto es, da fruta dos veces al año como las higueras; porque despues de haber producido por el mes de Enero los melocotones gordos, da á fines de Abril otros muy pequeños, que llaman almendrucos, por lo mucho que se parecen á las almendras en la hechura y en el tamaño; pero tienen un sabor delicado [1]. Las manzanas, las cere-
- ↑ Paw dice que los árboles de hueso, como los almendros, nogales, ciruelos y cerezos, han vegetado poco ó nada en América; y añade, que los melocotones y albaricoques solo fructifican en la Isla de Juan Fernandez. El Almirante Ansón refiere que hallandose en aquella isla hizo sembrar algunos huesos de melocotones y de alberchigos, y que de vuelta en Inglaterra, supo como aquellos árboles que havia sembrado se daban muy bien en aquella isla desierta: véase pues el fundamento que tuvo Paw para negar á todo el Continente de las Américas la facultad de hacer fructificar los melocotones y los alberchigos, y de concederla unicamente á la Isla de Juan Fernandez.