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CRÓNICAS
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En la puerta de San Juan.—El capitán portorriqueño Fernando Sárraga Rengel llevó a brazos de artilleros, al baluarte de San Juan y sobre la puerta del mismo nombre, su batería de cuatro cañones de bronce de nueve centímetros, y allí permaneció vigilante, por si la escuadra forzaba el puerto, cañonear, a boca de jarro, sus cubiertas; no entró en acción ni experimentó accidente alguno.

Santa Teresa.—Aunque exterior al Castillo, Santa Teresa también pertenecía a mi

Monitor Terror.

mando; estaba al trente de ella un teniente de la escala de Reserva; disparó 21 cañonazos, sin consecuencias para sus cañones y sirvientes.

Baterías de montaña.—Las dos de esta clase con sus ocho cañones desfilaron hacia Puerta de Tierra, cerca de San Jerónimo, donde al abrigo del terreno permanecieron toda la mañana.

San Carlos.— Esta batería no pudo hacer fuego, por tener emplazados sus cañones hacia el frente de tierra.

Tropas veteranas y voluntarios.—Los tres batallones de infantería que guarnecían la plaza estaban alojados, respectivamente, en el cuartel de Ballajá, el cuartelillo del campo del Morro y el cuartel de San Francisco (derribado más tarde para fabricar la escuela Baldorioty de Castro). Desde el primer momento formaron todas las compañías, y a paso ligero ocuparon los puestos que con anterioridad había señalado una orden del día del gobernador de la plaza. Como al iniciarse el bombardeo un gran número de proyectiles hicieran blanco en la fachada norte del cuartel de Ballajá, averiándolo de tal modo, que un trozo de pared vino al suelo, dejando descubiertos los dormitorios de dos compañías, los soldados, casi a obscuras, y asfixiados por la