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A. RIVERO
 

tripulado por reservistas navales, estaba al mando del capitán Emory y otros oficiales, marinos profesionales de guerra.

***

El Ponce, al atracar contra el Antonio López, transbordó al capellán, los pocos marineros. al primer oficial. No quiero omitir un detalle que pinta el carácter bromista del teniente Cristely. Cuando el páter abandonó su buque, llevaba en brazos una imagen de la Virgen y decía, para animar a los tripulantes del cañonero:

—No hay que apurarse, muchachos; ¡la Virgen del Carmen está con nosotros!

Crucero auxiliar Yosemite. (Copia de un cuadro existente en la Universidad de Ann-Arbor, Míchigan.)

—Ya oís lo que dice el parecito—añadió el teniente—; nada nos puede suceder; pero, por si acaso, ¡mano a los lápices!

Don Joaquín llamaba lápices a sus menudos Nordenfelt.

El Antonio López había salido de Cádiz el 16 de junio, y, a petición de su comandante, dejó en aquel puerto los cuatro cañones Hontoria de 12 centímetros que montaba; 74 hombres, incluso los oficiales, componían su tripulación; además, médico, capellán, practicante y enfermero [1].

A la una y media de la tarde salieron del puerto el remolcador Ivo Bosch y los botes Carmelita, Catalina y Esperanza, los cuales comenzaron la descarga; el destacamento de Punta Salinas y una compañía del 4.° provisional, de Bayamón, capitán

  1. El Marqués de Comillas dirigió al capitán del Antonio López, el día de su salida de Cádiz, este telegrama:
    «Es preciso que haga usted llegar el cargamento a Puerto Rico aunque se pierda el barco.—N. del A.