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A. RIVERO
 

del combate mencionado. Fué preciso un acta del Congreso para que la tripulación de nuestro buque fuese recompensada con la medalla del almirante Sampson, y esto ocurrió un año o dos después de la guerra, cuando Truman H. Newberry, de Detroit, quien fué un teniente a bordo del Yosemite, fué nombrado secretario de Marina, y es, actualmente, senador de la Nación.

Seguramente usted sabrá que la mayor parte de la tripulación del Yosemite era de Michigan, un buen número de ellos, estudiantes de su Universidad. Sólo había a bordo cuatro oficiales regulares: el comandante Emory (capitán), el comandante Sargent (oficial ejecutivo), el teniente Smith (oficial de derrota) y el teniente Newman (oficial de Marina); los cuatro han muerto.

El teniente Gilbert Wilkes y yo éramos graduados de la Academia Naval de los Estados Unidos; pero después de uno o dos cruceros de práctica habíamos renunciado nuestros empleos. Los restantes eran voluntarios de Michigan. Un número bastante grande de ellos había tenido alguna experiencia como miembros de la Reserva Naval aquí, en Michigan; pero el resto jamás había visto el mar. Es de interés consignar que una elevada proporción de los tripulantes era de graduados de universidades, y siento no recordar en estos momentos el número exacto de ellos.

Hombres prominentes en la vida social de Michigan formaban parte de aquella tripulación; y es bien sabido que el Detroit Club, uno de los más antiguos y aristocráticos clubs en Detroit, no pudo, en aquellos días, tener un quorum de directores, para tratar sus asuntos, a causa de que la mayor parte de ellos eran miembros de la tripulación del Yosemite.

Pasaré ahora a ocuparme del combate del 28 de junio. El Yosemite, como usted recordará, estaba obligado a navegar de un lado a otro, seis u ocho millas alejado de San Juan, a fin de mantenerse fuera del alcance de los cañones de sus castillos. Durante los dos o tres primeros días del bloqueo, trazamos en nuestra marcha elipses muy cerradas; pero el capitán Emory estaba muy disgustado a causa de que su gallardete insignia, que flameaba al tope del palo mayor, frecuentemente se enredaba, y era tarea muy penosa el que un hombre subiese para arreglarlo. Y por esto se le ocurrió la feliz idea de que el buque adoptase en su marcha un recorrido en forma de número 8, y de este modo el gallardete se enredaba durante la primera mitad del 8 y él mismo se desenredaba durante el recorrido de la otra mitad. Después de esto, el capitán Emory se sintió feliz.

Pero vamos al combate. En la mañana del 28 de junio descargó sobre nuestro buque un terrible aguacero que llegaba del Este, y, como acontece con todos estos fenómenos tropicales, dio comienzo