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CRÓNICAS
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llamamiento adicional de 75.000. A las exhortaciones de la Prensa, respondían los hombres de ciencia, los millonarios, los de fortuna más modesta y hasta los vagos de profesión. Los banderines de enganche estuvieron bloqueados noche y día; Roosevelt, subsecretario de Marina, renuncia su cargo y agrupa bajo su mando a los cowboys del far west, a los cazadores y tramperos de Kansas, a no pocos multimillonarios, a centenares de médicos, ingenieros, abogados y obreros, y forma con todos ellos sus famosos Rough-Riders. El Congreso votó la suma de cincuenta millones de dólares para gastos de gue- rra, y el ejército permanente fué elevado a 61.000 hombres; las costas, hasta enton- ces mal defendidas, recibieron el refuerzo de 185 cañones, obuses y morteros de grandes calibres; 13 nuevas baterías se construyeron y artillaron y 1.500 minas submarinas cerraron 28 puertos diferentes. Tal era la poderosa nación contra la cual íbamos a luchar con nues- tras propias fuerzas y sin extraño auxilio los defensores de Puerto Rico. La entrada en Santiago de la flota de Cer- vera apartó la tormenta que nos amenazaba; Puerto Rico ocupó desde entonces un lugar secundario, y toda la atención del Alto Mando norteamericano fué otorgada a la vecina isla de Cuba. Sin embargo, era tanta la influencia en Washington, del general Miles y tan elevados sus prestigios, que el secretario de la Guerra, Alger, le escribió con fecha 6 de junio: «El Pre- sidente desea saber el mínimo tiempo que usted necesitaría para organizar una expedición con objeto de invadir, capturar y mantener la isla de Puerto Rico, sin ser auxiliado por las tropas al mando del general Shafter». «<Diez días», fué la respuesta del gene- ralísimo. Mr. William R. Shafter, jefe de las fuerzas que rindieron a Santiago de Cuba. Pero las brigadas, que al mando del general Shafter debían operar contra San- tiago de Cuba, ocupaban en los muelles de Tampa, Florida, todo el espacio disponible y todos los buques habilitados para transportes. Definitivamente, se nos dejaba para más tarde. El 14 de junio se hizo a la mar el convoy que conducía las tropas invasoras de Cuba; embarcaron 803 oficiales y 14.935 soldados, quedando en Tampa 10.000 por falta de acomodo. más Por este tiempo ya estaba de regreso en Washington el teniente H. H. Whitney, quien desde el día 15 de mayo al 1.° de junio recorrió, disfrazado, toda la isla de 12