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A. RIVERO
 

ver de un soldado muerto en el combate del día 26, a quien se dió sepultura junto al camino de Guánica, a mano derecha, y en el sitio conocido con el nombre de Cuesta del Muerto. En la tumba, sin nombre, de este soldado, el capitán Vernou, del ejército americano, ordenó que se pusieran una cruz y algunas piedras. Las manos de algún cobarde, por la noche, derribaron aquel recuerdo, y al saberlo el capitán mostró gran pesar y coraje, reponiendo la cruz con esta inscripción: «Esta es la tumba de un soldado español; está bajo la protección del Gobierno americano; los que

Estado actual de la tumba del soldado español que fué protegida por el capitán Vernou.

la profanen serán castigados severamente.» También hizo colocar en aquel sitio varios postes, que fueron rodeados con alambre de púas. Este noble soldado, verdadero tipo legendario del guerrero, publicó un bando ofreciendo 500 dólares de recompensa a quien le señalase el autor o autores de la profanación, y agregaba en dicho documento: «No me importa que sean muchos o pocos; es igual: los fusilaré.» Varias veces, después de ese día, fué visto este caballero Vernou colocando flores sobre la tumba del soldado español [1].

  1. El día 15 de marzo, 1921, Rafael Colorado, Emilio Bacó y el autor, después de talar la maleza que cubría el terreno, encontraron aún en pie dos de los cuatro postes que hizo colocar Charles Vernou, capitán del Regimiento Infantería número 19, sobre la tumba del soldado español.
    Hace poco tiempo recibió el autor una carta de la esposa del capitán Vernou noticiando el fallecimiento de aquel noble oficial.—N. del A.