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A. RIVERO
 

Julio 27, 1898.

Capitán general a telegrafista de Yauco. Si queda algún patriota leal en ese pueblo llámelo usted al aparato. El operador envió un aviso al secretario del Municipio, Antonio Llabrés, y al llegar éste se entabló el siguiente diálogo: Maclas,' — ^Cuál es el estado de Yauco? Llabrés, — Pacífico; pero el pueblo temeroso por haberse marchado toda la tropa, la Guardia civil y disuelto los voluntarios. Maclas, — ^Sabe usted dónde está la fuerza de Alfonso XIII que salió de Maya- güez para Yauco, vía San Germán y Sabana Grande? Llabrés, — Tengo noticias, por un cochero que acaba de llegar, de que esa fuerza está acampada algunos kilómetros más acá de San Germán. Maclas, — Diga usted al telegrafista que destruya el aparato. — Y terminó con es- tas palabras: — iQue Dios nos ayudel El aparato fué guardado por el secretario Llabrés en su casa, y otro que había en la estación del ferrocarril, quedó intacto. Toma de jYauco. — Después del combate del día 26 toda la brigada Garretson re- gresó a su campamento, dejando fuertes avanzadas hacia todos los caminos vecina- les, que fueron cortados por trincheras, alambradas y otras defensas accesorias. También se reforzó el solar, taller de toneleros, que ya he mencionado y al cual se )z.víi6 fuerte Wainwright^ en honor del comandante del Gloucesier. Los ingenieros militares reconocieron una loma cerca del puerto y allí comenzaron los trabajos, en los que tomaron parte muchos nativos, para la construcción de un fuerte que años después se abandonó. El día 2y por la tarde una partida exploradora, al mando del comandante Hay es, llegó hasta Yauco, y como no encontrara allí fuerza alguna española, dicho jefe si- guió a la Casa Municipal, donde auxiliado por Eduardo Lugo Viña, se puso en rela- ciones con D. Francisco Mejía, vecino honorable y jefe de una de las más distinguidas familias del Sur, al cual nombró alcalde interino de la población, encargándole de la conservación del orden, para lo cual le autorizó a formar una Policía municipal, ar- mada con los fusiles recogidos a los voluntarios; poco después el comandante Hayes y sus soldados regresaron al campamento, dejando avanzadas a lo largo del camino. Reconocimiento sobre Tallaboa. — Al siguiente día el general Guy V. Henry or- denó al mismo comandante Webb C. Hayes que, con 50 hombres montados y seis oficiales, provistos de raciones para tres días y de loo cartuchos por plaza, mar- chase rápidamente al Peñón de Tallaboa, pues se decía que fuerzas españolas, al eva- cuar aquel punto, habían ocultado muchos fusiles Máuser y gran cantidad de muni- ciones, de las cuales había un vagón cargado, el cual se intentaba volar por medio de explosivos, destruyendo también la vía férrea. Se le advirtió el mayor cuidado para evitar toda emboscada y que una vez efectuada su comisión retornase a Yauco