el teniente Merriam envió un aviso al vicecónsul inglés Fernando M. Toro para que viniese a conferenciar con él. El señor Toro, al recibir el aviso, se avistó con el comandante militar de la plaza, coronel Leopoldo San Martín, refiriéndole lo ocurrido y solicitando un pase que le permitiese bajar a los muelles, pase que le fué extendido en el acto. Acompañado de un teniente de infantería fué en busca del parlamentario, quien manifestó «tenía órdenes de exigir la inmediata rendición de la plaza, o que, de lo contrario, sería bombardeada por los buques de guerra fondeados en el puerto».
El vicecónsul protestó de la gravedad de tal resolución, que podría acarrear, caso de llevarse a cabo, numerosas desgracias personales y, además, la destrucción de todo el caserío, que era de madera, y terminó solicitando un plazo para conferenciar con el comandante militar, plazo que le fué concedido.
Regresó a la ciudad, donde se avistó con el coronel, quien después de oírle, le dijo: «que nada podía hacer sin autorización del capitán general»>. Como esta entrevista se llevaba a cabo en la misma oficina del Telégrafo, San Martín se puso al habla con el general Macías, comunicándole todo lo que pasaba, mientras Toro volvió a la playa, pidiendo al parlamentario que lo condujese a bordo del Dixie, conviniendo en ello el teniente Merriam. Ya a bordo, consiguió del comandante Davis se suspendiese todo acto de violencia hasta las doce de la noche, hora en que, según manifestó éste, «pacíficamente o por la fuerza, desembarcaría sus marinos»>.
Toro regresó a la población, la que encontró en gran estado de alarma, por lo que tuvo necesidad de aconsejar a los vecinos calma y prudencia; y como había avisado a los demás cónsules, llegó el de Holanda, y juntos convinieron en reunir a todo el cuerpo consular, reunión en que se tomó el acuerdo de telegrafiar al capitán general Macías indicándole la inutilidad de hacer resistencia, toda vez que la plaza no contaba sino con muy escasos defensores. Toro fué encargado de redactar y transmitir dicho acuerdo, y así lo hizo.
Tan pronto como el coronel Leopoldo San Martín tuvo noticias de la entrada de la escuadra enemiga, ordenó que las tropas ocupasen los sitios designados con anterioridad. Estas fuerzas eran tres compañías del batallón Cazadores de Patria, su