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CRÓNICAS
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A telegrama tan enérgico, contestó el general Macías con este otro:

Capitán General a Vicecónsul Inglés. Ponce.
En vista de la palabra de honor empeñada por el Jefe que mandaba anteriormente las fuerzas militares en esa ciudad, y para dejar en buen lugar al cuerpo consular extranjero, ordeno que se cumpla lo pactado, pero teniendo en cuenta, únicamente, lo que se refiere a la evacuación de la plaza.—Macías.

Recibido el anterior despacho, todos los cónsules, el alcalde Colón, el coronel retirado Sergio Puventud y el teniente coronel de la Guardia civil, que ahora desempeñaba el cargo de comandante militar, resolvieron comunicar al comandante Davis que, aceptadas las bases provisionales de la capitulación, a las primeras horas de la mañana comenzaría la evacuación de Ponce por las tropas españolas.

Desembarco.—A las cinco y treinta de la mañana del 28, el teniente Merriam, acompañado del de igual empleo Haines y del cadete de Marina G. C. Lodge, con un pelotón de marinos, desembarcaron, y, llegando a la Aduana, tomaron posesión de ella, en nombre del Gobierno de los Estados Unidos, situando en la azotea del edificio dos hombres con un cañón automático Colt, de 6 milímetros; otros dos marinos, en la oficina del Cable, y dejando en reserva el resto de la fuerza.

A las seis de la mañana del día 28 de julio de 1898, el cadete Lodge izó la bandera de los Estados Unidos en la Capitanía de Puerto de la Playa, de Ponce.

A esta hora, numerosos vecinos de la ciudad, entre ellos muchas damas en coches y calesas, llenaban el camino que conduce del poblado a la playa. Ponce tenía el aspecto de una población en días de feria.

A las siete de la mañana, y como estuviesen ya en puerto el general Wilson y su expedición, y también el generalísimo Miles, el comandante Davis arrió en el Dixie su bandera de comandante general e hizo entrega de la plaza y documento de capitulación al jefe de las fuerzas del ejército americano. Pocos minutos después tomaron tierra aquellos generales y su Estado Mayor, estableciendo su cuartel general en la Aduana, mientras el resto de la expedición desembarcaba en 50 lanchas que, durante la noche anterior, había requisado el infatigable Wainwright, comandante del Gloucester. El teniente coronel F. A. Hill fué nombrado administrador de la Aduana y colector de rentas. Por la tarde, el general Wilson transfirió su cuartel general a la ciudad, ocupando la casa número 6 de la calle Mayor, y el generalísimo dejó el suyo en la Aduana, pero hospedándose provisionalmente en el Hotel Francés.

En la población.—Tan pronto como las fuerzas de tierra relevaron a los marinos, el teniente H. C. Haines, el cirujano Heiskle, el teniente Murdok y el cadete Lodge, previo permiso, llegaron hasta la ciudad, donde se enteraron de que había en la cárcel, entre otros, 17 presos por asuntos políticos; después de telefonear al cuartel general de la Aduana y obtener autorización, pusieron en libertad a dichos presos,