no sin que antes se exigiese al alcalde Ulpiano R. Colón la seguridad de que aquellos hombres no eran responsables de delitos comunes.
A las diez de la mañana del mismo día, el cadete Lodge izó el pabellón estrellado de Norteamérica en la Casa-Ayuntamiento de la ciudad de Ponce.
Guánica, Yauco y Ponce, tres banderas arriadas a los tres días de invasión.
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A las cinco de la tarde, el general Miles recibió a todas las autoridades de la ciudad, reunidas en el salón de actos de la Casa Municipal, y allí pronunció un corto discurso, que fué traducido por el cónsul Fernando M. Toro, y en el cual ofreció respetar las libertades, religión y costumbres del país, añadiendo que rogaba a todas las autoridades que continuasen en sus puestos y que con todo rigor mantuvieran el orden en la población y sus barrios, cortando de raíz cualquier motín.
Terminado aquel acto, regresó a bordo, y su Estado Mayor quedó alojado en la misma casa donde el día antes estaba la Comandancia Militar de las fuerzas españolas, casa situada en la esquina de las calles Cristina y Mayor.
Las fuerzas españolas.―El teniente coronel Alonso, antes de amanecer, comenzó su retirada hacia Juana Díaz, llevando en carretas toda la impedimenta, no sin haber intentado destruír la estación del ferrocarril y su material; sólo fueron quemados unos pocos vagones porque acudieron en el acto fuerzas de bomberos, que estaban