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A. RIVERO
 

pañado de muchos cañones que, siguiendo la carretera hacia nosotros, se detuvieron pasado el puente, emplazaron la artillería, permaneciendo por algún tiempo inactivos. Media hora después izaron bandera blanca, y un grupo de oficiales, al mando de un comandante de apellido Richards, si no estoy equivocado, llegó hasta nuestras avanzadas, comunicando al comandante Cervera que, en aquellos momentos, el general Brooke, jefe de la brigada enemiga, acababa de recibir un telegrama del Generalísimo Miles, notificándole que todas las operaciones de guerra quedaban suspendidas por haberse firmado los preliminares de paz.

Colocamos también banderines blancos en los límites de nuestras posiciones; parte de las fuerzas defensoras (un puñado de infantes sin un solo cañón) se retiraron a Cayey; mi guerrilla y yo estamos aquí todavía en espera de órdenes. Cuando nos veamos te contaré otras cosas más que por aquí han sucedido.

Recibe un abrazo de tu amigo y paisano,

Nota.—El capitán Acha, siendo teniente y al mando de una sección de la guerrilla montada Peral cerca Punta Brava, Cuba, el día 2 de diciembre de 1896, y en un combate con el grupo que acompañaba al general cubano Antonio Maceo, derrotó estas fuerzas, las que abandonaron el campo, dejando en él los cadáveres del citado general Maceo y de un hijo de Máximo Gómez, que le acompañaba.

Fué un combate imprevisto, de encuentro, en que ni Acha ni sus guerrilleros conocieron, hasta más tarde, la importancia del mismo.

Por este hecho de armas, aun cuando en él no tomó parte directa, fué recompensado con dos empleos el comandante Cirujeda, jefe de la columna de la cual formaba parte la guerrilla Peral; fuerza que con su jefe permaneció todo el tiempo que duró el combate, acampada cerca del cementerio de Punta Brava. Aquella noche, y ya en esta población, al examinar alguno de los objetos y papeles encontrados sobre los muertos, fué posible identificarlos, y entonces tal operación de guerra adquirió extraordinaria importancia, y el comandante Cirujeda se vio colmado de todas clases de honores y mercedes. El mismo Cirujeda, al final de una comida íntima, en San Juan de Puerto Pico, y cuando regresaba a España, refirió al autor la muerte del general Maceo en la forma que arriba se indica.—N. del A.

Por creerlo de importancia, transcribo varios cables cruzados entre el general Miles y el secretario de la Guerra, Alger. Son los siguientes:

Ponce, julio 31, 1898.

Secretario de la Guerra, Washington, D. C.

Su telegrama del 27 recibido, y he contestado por carta. Voluntarios se rinden, espontáneamente, con armas y municiones. Cuatro quintas partes de la población celebra la llegada del Ejército; 2.000 de un solo pueblo se han puesto voluntariamente a mis órdenes. Están trayendo ganado, vehículos y otras cosas necesarias. La aduana hasta hoy ha producido 14.000 dólares, que son los únicos fondos públicos que tengo para pago de gastos necesarios.

Tan pronto como todas las tropas estén en tierra, quedarán dispuestas para seguir las operaciones. Sírvase enviarme algunas banderas nacionales para darlas a los municipios. Deseo que el asunto de los derechos de aduana, que deban cobrarse