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A. RIVERO
 

que ésta no continuara a la población, sino que, marchando por las afueras, acampase sobre el camino de Las Marías, finca de Pérez Díaz, donde estaba ya el convoy con la impedimenta. El teniente coronel Osés recibió órdenes para preparar y distribuír el rancho a la tropa y establecer un servicio nocturno de seguridad. Acompañado de sus ayudantes y de algunos guerrilleros, entró en Mayaguez el coronel Soto, y dirigiéndose a las oficinas del telégrafo envió al general Macías el siguiente telegrama:

10 de agosto de 1898 (10 de la noche).

El Comandante militar de Mayagüez al Capitán general.

A la una de la tarde recibí aviso que desde las once mis avanzadas sostenían fuego con el enemigo; mandé reforzarlas, con otras compañías y las guerrillas al mando del comandante Jaspe, quedando yo al frente de la columna escalonada hasta extremo de la población.

Enemigo rompió fuego de cañón y ametralladora, tratando de cortar compañías con 500 caballos por carretera; visto lo cual, acudí en su auxilio y los mandé retirar por la parte del monte; tomé, seguidamente, posiciones en el Cerro de las Mesas, protegiendo así retirada de las compañías. A las siete terminó el fuego de cañón y bajé con la fuerza a población, que ya estaba, si no ocupada, por lo menos corrido el enemigo por la parte de la playa y llegando la caballería hasta cementerio pueblo.

Son las diez de la noche; el soldado cansado, sin comer en todo el día, po lo que he acampado columna en el camino de Las Marías hacia donde ya tenía el convoy. Hemos tenido tres muertos y siete heridos, entre ellos un oficial de Alfonso XIII y otro de Voluntarios con ocho caballos muertos. A la vista hay siete buques de guerra, según me dicen.

Aquella misma noche, y a las dos de la madrugada, llegó la respuesta que decía:

10 agosto 1898. (Recibido a las dos de la madrugada del 11.)

Capitán general a Comandante militar de Mayagüez.

Enterado de su telegrama, estoy satisfecho del comportamiento de las fuerzas a sus órdenes; obre con arreglo a las circunstancias, teniendo presente mis instrucciones; no se olvide de que la tropa esté racionada para cuatro días, y que lleven las municiones, tanto las individuales como las de reserva.

Esté prevenido para todos los casos que se presenten, y si llega a verse obligado a una retirada, proceda llevándose todas las municiones, efectos de almacén y enfermos; si es posible, teniendo presente situación de escuadra enemiga, envíe todo a Aguadilla por tren, que estará siempre preparado.

Según el mismo coronel Soto me dijo después, no le fué posible, a tal hora de la noche, y bajo las circunstancias existentes, ocuparse en empacar barras de catres y otros manejos cuarteleros, ni tampoco utilizar la vía férrea de Aguadilla, tan cercana al mar, que cualquier buque puede, en poco tiempo, destruír un tren en marcha. Optó por retirarse sobre Arecibo, camino de Las Marías y Lares.