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CRÓNICAS
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— El oro americano se cotiza a 125 por 1 00 de prima.

— Toda la Prensa publica artículos vibrantes de patriotismo; recorto algunos que en su día serán muy útiles.

— Ha circulado una Caceta Extraordinaria con un despacho del Ministro de la Guerra, felicitando, en nombre de S. M., a los defensores de San Juan.

— Anoche recibió un cable de su Gobierno el cónsul de Inglaterra, preguntán- dole si era cierto que San Juan y sus defensas habían sido arrasadas por la Escuadra del almirante Sampson.

El cónsul, Mr. George W. Grawford, contestó, en el acto, negando tan ridicula información, y añadió que, en aquellos momentos, diez de la noche, dos bandas mi- litares estaban tocando en la plaza principal, la cual se hallaba tan concurrida como en los días de grandes fiestas.

Mayo, 14. — Frente al cuartelillo de artillería de montaña se encontró enterrado un gran proyectil, de 33 centímetros de calibre; estaba intacto.

— El Municipio de esta ciudad acordó dar las gracias al abogado Bosch, por haber trasladado en sus ómnibus, gratis, a Santurce, a los enfermos del hospitalillo de Santa Rosa.

— Entre los oficiales que mandaban, o estaban en las baterías el día 12, son por- torriqueños los capitanes Ramón Acha, José Triarte, Fernando Sárraga, Ángel Rivero y el teniente Policarpo Echevarría; también servían las piezas, como artilleros, Leo- poldo Vázquez Prada, Enrique García, Samuel Fonfrías, Juan Soto, R. Loira, Andrés Rodríguez Barril y otros más.

— Armando Morales, ingeniero militar auxiliar, pasó todo el tiempo del com- bate en mi castillo, prestando excelentes servicios en el manejo de los aparatos pro- visionales para apreciar las distancias.

— En la casa número 7 de la calle del Cristo, donde habita el capitán retirado Francisco Gómez Villarino, cayeron tres proyectiles, de los cuales dos hicieron ex- plosión, reduciendo a escombros tres habitaciones amuebladas y la despensa, donde tenía sus provisiones del mes para unos veinte jefes, oficiales y empleados, que co- mían en dicha casa.

— Al siguiente día del bombardeo, D. Ramón Valdés, propietario del tranvía de Bayamón y Cataño, obsequió con un rancho a todas las familias pobres del primer pueblo; hoy puso a disposición de los pobres de San Juan y Cataño varios trenes, para que, gratuitamente, pudiesen regresar a sus domicilios, siendo utilizados por más de 300 personas; el día del bombardeo solamente se cobró pasaje a los que qui- sieran pagarlo; pero los pobres fueron gratis.

— Falsa alarma; el crucero auxiliar, al que le disparé el día 10, ha vuelto a pre- sentarse, aproximándose a las Bocas de Cangrejos, donde arrió un bote; se toca ge- nerala, y sale un buen golpe de tropa, incluso una batería de montaña, para aquel sitio; regresan, poco después, por haberse alejado el vapor enemigo ^.

Mayo, 1 5. — El temor se inicia entre los habitantes de San Juan. La vista de los grandes proyectiles enemigos, que se encuentran por todas partes, ha sobrecogido a los más esforzados. Desde mi castillo diviso, hacia Santurce, una larga fila de ca- rros, coches y gente a pie: son los que se marchan. En la bahía navega un gran nú- mero de botes de vela; todos llevan sus proas hacia Cataño. Ser, en estos días, dueño de un coche o de un bote de vela, es una gran cosa.

— A la una y media de la mañana de hoy, Gregorio Cruz, cabo de mi batería y

^ Terminada la guerra, y en una entrevista que celebré con un oficial del Yale^ al preguntarle por qué en- vió aquel bote ala playa, me contestó: «Porque vimos, desde a bordo, una arena muy blanca, que nos venía muy bien para la limpieza de los pisos, y mandamos el bote, que nos trajo mucha de ella, de excelente cali- da d.»— A. ¿/^/^.