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A. RIVERO
 

OCTUBRE, 19.-Entra el transporte Panamá, y además están en puerto el caño- nero Maunic, carbonero César, y los transportes Mississipi, Rita, Still Water; buques hospitales Bay State y Unifred; mercantes españoles, Manuel L. Villaverde, Beren- guer el Grande, Gran Antilla y los costeros Vasco y Criollo. Por la noche, dos soldados americanos celebraron en la calle de San Justo un combate de «boxeo» en toda regla, presenciando gran número de curiosos el espec- táculo, y a última hora intervino la policía. OCTUBRE, 21.-Llega en el vapor Montevideo el joven Cayetano Coll y Cuchí ¹, acompañado de su hermano José 2, ambos procedentes de España, donde estudiaban su carrera de abogado. Rafael Pérez García, subsecretario que fué de la secretaría de Gobierno en Puerto Rico, ha sido nombrado por Real orden, encargado provisional de los asuntos de España en Puerto Rico. El general Brooke preside el Consejo de secretarios dei Gobierno insular, y los confirma en sus puestos; asisten al acto Sheridan, jefe de Estado Mayor; el coro- nel Hunter, y como intérprete, J. R. Baiz. Hoy ha llegado a San Juan, procedente de los Estados Unidos, una comisión oficial presidida por Henry K. Carroll, y como secretario Charles E. Buell, e intér- prete A. Solomon. Han sido nombrados por el presidente Mac-Kinley, para estudiar nuestras leyes, costumbres, comercio, agricultura y finanzas, a fin de proponer la forma de Gobierno más conveniente para el país. OCTUBRE, 22.-Hoy han embarcado, en el Montevideo, el general Ortega, mi bata- llón y alguna fuerza más: toda la que restaba por repatriarse. OCTUBRE, 23.-Esta tarde ha salido el Montevideo. ¡Feliz viaje! 1 Este joven, Cayetano Coll y Cuchí, que terminó sus estudios de abogacía en los Estados Unidos, es, actualmente, un jurisconsulto de renombre y figura política de alto relieve en Puerto Rico, que le ha confe- rido el alto sitial de presidente de la Cámara. 2 Como cierto diario de Barcelona acogiese en sus columnas, poco después de haberse firmado el Armis- ticio, una información en extremo ofensiva para los portorriqueños, el joven José Coll y Cuchí, a nombre de todos sus paisanos residentes en aquella ciudad, y en el suyo propio, se avistó con el director de aquel perió- dico, quien noblemente rectificó los juicios emitidos, los cuales no eran de redacción. Este incidente no tuvo otra consecuencia que demostrar, a un tiempo mismo, la caballerosidad del periodista español y el acendrado amor a su país del joven Coll y Cuchi.-N. del A.