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CRÓNICAS
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Este, San Cristóbal, hacían fuego, cayendo los proyectiles a corta distancia de nosotros. Cuando el Iowa hubo pasado reasumimos el fuego, dirigiéndolo contra el fuerte del Este ¹. Así continuamos hasta que la escuadra hubo pasado, suspendiendo el fuego cada vez que se juzgó que el humo podía entorpecer el de los buques. Después que hubo pasado el Terror, viramos y seguimos detrás de él. Por este tiempo caían ya proyectiles a ambos lados de nosotros, pero a largos intervalos. Pare- cían ser el resultado del azar, y no de una buena puntería. Ningún proyectil dió en el buque, y no hubo bajas que lamentar. Durante el resto del encuentro permaneci- mos fuera del alcance de las baterías de tierra, en obediencia a una señal de que no siguiéramos al buque insignia. El comportamiento de los de a bordo fué excelente. La única falta que encontré fué una tendencia a disparar con mayor rapidez de lo que exigían las circunstancias. Debido a esto y al oleaje, se perdían muchos de los proyectiles. Como no había Guardia marina a bordo, el contador se hizo cargo, voluntariamente, del almacén de pólvora de popa, y el ayudante del pagador, Iglehart, actuó como mi ayudante en el puente. Las baterías están prácticamente en la misma condición que antes del combate. La única dificultad que hubo fué con el mecanismo del ascensor, de los dos cañones de cinco pulgadas, en la popa y castillo de proa. En ambos, el arco de elevación y el tornillo sin fin se cuartearon, y algunos pedazos saltaron con la fuerza del golpe del retroceso. Por lo demás, el nuevo cañón de popa soportó bastante bien el fuego; pero al final del combate funcionaba con alguna dificultad. Un cartucho corriente de cinco pulgadas marró fuego y otro de los proyectiles se salió del cartucho al cargar. No hubo ninguna dificultad o entorpecimiento con las municiones. Los únicos daños sufridos en el buque o en su equipo fueron debidos al fuego de sus propios cañones, como sigue: El bote del capitán se abrió y se destrozó, en parte, debido a los fogonazos de los cañones que le quedaban debajo. (Mi intención era bajar este bote y echarlo al garete, en caso de una acción con otros buques.) Daños de pequeña monta fueron sufridos por el maderaje y el alumbrado eléctrico de la cámara, debido a los fogona- zos del cañón de cinco pulgadas de la popa. Uno de los puntales en la cámara (a 18 pies del centro de la batería) se dobló algo por los fogonazos del mismo cañón; dos puntales debajo del castillo, a cuatro pies del centro del cañón de arriba, se doblaron también. Se gastaron las siguientes municiones: Proyectiles corrientes de cinco pulgadas. Proyectiles corrientes de seis libras. Proyectiles corrientes de una libra. 175 123 20 TOTAL.. 318 Soy de usted, señor, muy respetuosamente, J. H. DAYTON, comandante. Al Comandante en jefe de las fuerzas navales de los Estados Unidos.-Estación del Atlántico del Norte. 1 Éste fué fuego que tomó de enfilada la batería de Los Caballeros, de mi castillo.- N. del A.