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Cuentos de amor de locura y de muerte

CUENTOS DE AMOR DE LOCURA Y 131 Hay que advertir que el alazán y el malacara poseían desde esa madrugada alta idea de sí mismos.

Ni tranquera, ni alambrado, ni monte, ni desmonte, nada era para ellos obstáculo. Habían visto cosas extraordinarias, salvado dificultades no creíbles, y se sentían gordos, orgullosos y facultados para tomar la decisión más estrafalaria que ocurrirseles pudierawister En este estado de énfasis, vieron a cien metros de ellos varias vacas detenidas a orillas del camino, y encaminándose allá llegaron a la tranquera, cerrada con cinco robustos palos. Las vacas estaban inmóviles, mirando fijamente el verde paraíso inalcanzable.

MUERTE ¿Por qué no entran? — — preguntó el alazán a las vacas.

—Porque no se puede—le respondieron.

—Nosotros pasamos por todas partes afirmó el alazán, altivo.—Desde hace un mes pasamos por todas partes.

Con el fulgor de su aventura, los caballos habían perdido sinceramente el sentido del tiempo. Las vacas no se dignaron siquiera mirar a los intrusos.

—Los caballos no pueden dijo una vaquillona movediza. Dicen eso y no pasan por ninguna parte. Nosotras sí pasamos por todas partes.

—Tienen soga—añadió una vieja madre sin volver la cabeza.

¡Yo no, yo no tengo sogal—respondió vivamente el alazán.—Yo vivía en las capueras y pasaba.

—Sí, detrás de nosotras! Nosotras pasamos y ustedes no pueden.

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