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Horacio Quiroga

¿Qué sueño de vals desagradable para Vd.?—me dijo de pronto, sin dejar de recorrer el salón con la vista.

—Un vals de delirio... no tiene nada que ver con esto me encogí a mi vez de hombros.

Creí que no hablaríamos más esa noche. Pero aunque María Elvira no respondió una palabra, tampoco pareció hallar al compañero ideal que buscaba. De modo que, deteniéndose, me dijo con una sonrisa forzadala ineludible forzada sonrisa que campeó sobre toda aquella historia:

—Si quiere, entonces, baile este vals con su amor..al parecer. No agrego una palabra más—repuse, pasando la mano por su cintura.

«—...

Un mes más transcurrido. ¡ Pensar que la madre, Angélica y Luis María están para mí ahora llenos de poético misterio! La madre es, desde luego, la persona a quien María Elvira tutea y besa más íntimamente. Su hermana la ha visto desvestirse. Luis María, por su parte, se permite pasarle la mano por la barbilla cuando entra y ella está sentada de espaldas. Tres personas bien felices, como se ve, e incapaces de apreciar la dicha en que se ven envueltos.

En cuanto a mí, me paso la vida llevando cigarros a la boca como quien quema margaritas: ¿me quiere?

¿no me quiere?

Después del baile en lo de Peña, he estado con ella muchas veces en su casa, desde luego, todos los miércoles.

Conserva su mismo círculo de amigos, sostiene a todos con su risa, y flirtea admirablemente cuantas Citized by Google