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Llegó en fin el dia fatal. El palenque para el torneo se dispuso en la vega ó llanura que se estiende al pie de las murallas de Toledo; y á su rededor se levantaron anfiteatros y galerías para los espectadores, cubriéndolos de ricas tapicerías y toldos de seda que los defendian de los rayos del sol. Ocupaban las galerías todas las hermosas del contorno; y veíanse al pie de ellas mil bizarros caballeros, que se paseaban por el circo con gentil continente, cubiertos de ricas armas y capacetes, en donde flotaban vistosos penachos de plumas. Pero todas las bellezas quedaron eclipsadas cuando apareció en el pabellon real la princesa Aldegunda, mostrándose por primera vez á los ojos de una multitud de admiradores: en todas las gradas,