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Página:Cuentos ingenuos.djvu/185

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La de los ojos color de uva — 45

con las «orgullosas»... con las aristocráticas señoras?

— ¿Y usted es de Extremadura? — le había preguntado tardes antes aquel despechado León madrileño, en burla, conociéndoselo quizás por el acento.

— No, señor; de El Liberal — había respondido él completamente aturdido.

Pero se alegró en seguida, porque rieron todos, tomándoselo por una agudeza, por un chiste contra aquel León, que sólo era un elegante vagabundo.

Bendecía del periodismo. Comprendía que el periodismo fuese una especie de llave encantada para todos los accesos del mundo y se explicaba ya que no hubiera sido mentirosa presunción la familiaridad de iguales con que había oído decir a algunos de sus compañeros de periódico:

— «Anoche, comiendo con la marquesa de Ayerbe...» — «Ayer, en el té de la Laguna...»

¡Oh, él... el hijo de un honrado y modesto labrador a quien decíanle en el pueblo El Repollo!

Bien. No era Eladia una marquesa, pero las conocía y trataba a todas en Madrid... perteneciente su familia a la nueva y positiva y quizá más respetable aristocracia del dinero. Senador su padre, accionista del Banco, de Compañías eléctricas, de ferrocarriles..., con coches, con hotel... De la misma Prensa, recordaba Ricardo los apellidos de esta ilustre muchacha, en las