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Página:Cuentos ingenuos.djvu/212

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72 — Felipe Trigo

delicadísima la traición con semejante espantajo!... Román, el cursi aquel de Palencia, le había contado que se le zampaba en el cuarto muchas noches... Y Ricardo sentíase en una dignidad aristocrática, en una especie de ya para siempre exquisita selección de bellezas femeninas, que incluso hacíale aborrecer, por toscas, por plebeyas, sus antiguas aventureras sevillanas.

¡Oh, cómo la pasión de una altísima mujer ennoblece y purifica!

Y se durmió.

Si bien pensando en... la colección de condesas y marquesas e hijas de ministros que pudieran ponérsele a tiro una vez casado con Ladi y metido en sociedad.