CUENTOS Y CRÓNICAS
Ítem connaít-il celui de tous les represen-^
tants de Tautorité et de la loi, mouchards,
soldats du guet, geóliers, geóliéres méme^
greffiers, auditeurs, procureurs, lieurenant
criminel, bourreau, celui de tous les corps
de garde, de tous les cachots et tous les gi-
béis.»
Tari les conocía, que estuvo a punto de ser
entregado al Monsieur de París, de enton-
ces, como el mismo Gringoire.
La diferencia que se puede notar entre los
miserables de antaño y los de nuestra época
es que sobre aquéllos parece que hubiera
flotado un aire de alegría, y hoy reina en el
mundo, en todas las clases, la tristeza, el pe-
simismo. Aun en medio de sus oscuros con-
ciliábulos, de sus hambres y pillerías, tenían
los de antes una canción en los labios, una
carcajada. El raro rey Luis Onceno mira
reir a su pueblo, y le deja reir, porque sabe
que «rire est déjá se venger». La fiesta de
los Tontos distrae a los gueux, que son ami-
gos de las farsas y de las locuras.
Luego, lo que llamaremos la policía, de
entonces, los angelz, están listos para evitar
los golpes de los malhechores, y recorren los
lugares sospechosos.
En cuanto a la Corte de los Milagros, se139