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Cuentos y cronicas

Y el final:

Enfin, je n’ sais pas comment
on peut y vivre honnêt’ment,
c’est un rêve;
mais on est récompensé,
car, comme on est harassé,
quand on crêve...
l’cim’tière est pas ben loin,
á Saint-Ouen.

Es la absoluta sujeción a la fatalidad, el acatamiento a las leyes de la suerte y la renuncia y olvido de toda esperanza. En Heureux, Bruant presenta al viejo vagabundo, en tiempo de invierno. Cuando le muerde las carnes la brisa fría y la necesidad de descansar le hace buscar un refugio, él se va tranquilamente a meterse como un ratón en su cueva, entre los tubos viejos del acueducto.

Et puis, doucett’ment, on s’endort...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Alors on sent comme un’caresse,
on s’allong’ comm’dans un bon pieu...
Et l’on rêv’ qu’on est à la messe
où qu’, dans le temps, on priait l’ bon Dieu.

La miseria en París tiene muchísimas fases. Sus tipos varían, desde el clásico perso-

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