CUENTOS Y CRÓNICAS
pañías pueden encontrar al mismo precio
cuantos cocheros y conductores quieran.
En los diarios se leen avisos como éste:
«Se necesita un hombre fuerte para cuidar
un enfermo de enfermedad contagiosa.»
Más de cien solicitantes llegan antes de
que pasen veinticuatro horas. Eso dará una
idea de la necesidad que hay en la clase de
que hemos hablado.
Otra gran causa de que exista el tramp
obrero, son las detenciones de los trabajos
mineros. Las minas se encuentran en manos
de unos cuantos capitalistas, y éstos las ma-
nejan a su antojo. Por ejemplo: hace algunos
años, muchos individuos que representaban
juntos una suma de cien millones de dólares,
se reunieron para aconsejar la suspensión de
los trabajos mineros, a fin de alzar el precio
del carbón. El resultado fué que miles de mi-
neros se vieron de repente sin trabajo, mien-
tras que aquellos individuos se ganaban una
suma de ocho millones de dólares, a causa
del alza.
Los grandes capitalistas, sobre todo aque-
llos que se encuentran a la cabeza de las
empresas mineras de carbón o de hierro,
pueden, a su gusto, echar al arroyo mi-
les de obreros, con sólo alzar el precio de149