CUENTOS Y CRÓNICAS
contenga la blancura misma: esa es su alma.
Id al Sarón bíblico y, entre todos los lirios,
escoged el que escogería para entrar en el
Paraíso la más pura de las bienaventuradas:
esa es su fe. Y ese niño, en medio de su ora-
ción y de su contrición, siente un eco nuevo
en lo secreto de su ser, eco que responde a
la inmortal anunciación de la Lira .
iPalmas! La procesión ha aparecido ya; ha-
cia el azul del Señor dirigen las alas las jacu-
latorias; las músicas tienden en los aires sus
arcos de harmonías; del campanario, como
de un sacro y encantado palomar, desbanda-
das de palomas, de palomas de oro, los him-
nos de las campanas se ciernen sobre las
gentes. Hosannas de los trombones y violi-
nes; hosannas de las plantas; hosannas de
los celestes violoncelos. Bajo la seda y el oro
de un palio pomposo como una casulla de
gala, va Jesucristo sobre una asna; el pre-
fecto lleva la asna del fiador. Obra de des-
conocido e ingenuo escultor de la escuela
quiteña, Nuestro Señor está hermoso y real
sobre su cabalgadura. Sus atavíos son los de
un arzobispo; lleva magna capa sostenida
por un paje eclesiástico; sus ojos dulces mi-
ran como si mirasen lo infinito; su cabellera
nazarena le cae en rizos sobre los hombros;
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