camas y muchas voces. No importa que los vecinos charlen y se rían o que haya borrachos hediondos.
—¡Calla, bruto!
Y otras exclamaciones.
Sobre todo emocionan los niños, arrojados como trapos; dormidos, con la piel sucia al aire. Candidatos, candidatos.
Hijo de la habitación trajinada; hija de la agencia humana: tu madre te echará a la calle.
Serás ladrón o prostituta.
De hambre te roerás tus propias carnes.
Algún día te acorralará la rabia y, no teniendo cosa más brutal que hacer, vomitarás sobre el mundo tus desechos. Estará bien que devuelvas el préstamo usurario; deyección de una deyección, que es como el monto en las operaciones de contabilidad.
Después dirán: amor y bondad. ¿Qué amor? ¿Qué bondad?
Claro que andan por allí oleografías santas. Es para ellas su haber de devoción. Cuando el Arcángel Gabriel y el Mártir Sebastián vayan a las traperías, daremos zapatetas. ¡Oh, daremos zapatetas!