Página:DAlmeida Ciudad del Vicio.djvu/189

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¿A CI1UTE

volver. Cualquier < nen a traérselo a co Pero él no aten zadas, yendo furics: el aire hirsuto de 1 quien resuelve un ; —¡Yo muero, u: mirada apagada, pi: tación. Y como yo penar así, forzánd: pretendiendo disir: sobre la playa, sobr: en el baño, sobre nu! del ganado, cual ui. se mordía febrilmec: llo decía de cuando —¡Válgame Dios Yo fingía no oir escena del conde, s: seos de la bella co: ¡Qué mujer, amigo jer!... ¡Una cantárid* confiaba en él; hab; poco, me había peri: en medio de la noc

opulento de esa muj--

los meneos alocado: dientes frescos, sentí nesí voluptuoso; ins: do cosas. libertinas «: paso consultábale:

D DEL VICIO

natural, en fin... Mañana vie- ¡Ducede todos los días!...

orciendo las dos manos cru- ate de un lado para otro con .obo y gestos frenéticos de


ma interno.

“ú sín mi hijol... decía con la «Jose bruscamente en la habi- brazaba compungido de verle


que descansase en el sofá,

+ con conversaciones de azar buenas mujeres abandonadas ws de periódicos, sobre precios usa; con los ojos en el suelo él las manos y como un estribi- cuando: “Tuve una cruz bien pesada! lamentos e iba contando la sismo de borracho y mis de- 3 de la sombrilla japonesa. orazgo, qué magnífica mu-



Y ya descargado del vino, me idado detrás del marido hacía

  • «le él sin saberlo y ¡qué celos

!... Recordando el talle la palidez regia de su rostro,

elegancia de cintura y los otra vez renacer en mí el fre-


siblemente mi voz caía dicien- vído del mayorazgo. Y a cada

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