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XI

COMIDA EN EL MOLINO

Ex» días luminosos en que nos place el amor de las cosas sencillas, la comprensión y el cumpli- miento de los deberes honrados, pasados en el cam- po y fuera de la convivencia monótona de los coches de punto, de los meetings republicanos con comilona,, del tifus y del Parlamento, nos son particularmente agradables y nos infiltran en el organismo fatigado, partículas de salud*que tornan alegre el alma, y den- tro de nosotros cantan marchas colosales de podero= sa instrumentación, freghicras de ritmo suavísimo y casto, toda una ópera de auroras y de triunfos, llena de grandes arias y sorprendentes coros... El cielo no tiene negruras, es frío y lavado el aire,con transparen= cias en que la mirada se embebe sin esfuerzo y el al- ma sueña sin pesadilla...

“Tú bien conoces este estado gaseoso del alma, ca= ro hombre gordo que me acabas de leer, cuando pa- sas de la calle donde moras en la Bazxa (1) hacia la

(1) La Baixa es, como ya se ha advertido, la parte eéntrica y elegante de Lisboa que da sobre el río; Pedrougos y Lavarrabos son dos arrabales de Lisboa en la orilla occidental del Tajo, don- de hay playas que en verano frecuentan los lisboetas.—/N. del 7

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