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Página:Daany Beédxe.djvu/193

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bienestar indescriptible, recorrió todo su cuerpo y lo conectó con Los Cuatrocientos Guerreros del Sur.

Sin saber por qué, se encaminó hacia la salida. Los guerreros seguían cantando y bailando en los 17 edificios que componían el sistema. La oscuridad había llegado, las sombras en movimiento, producidas por la luz de las antorchas y el baile de los guerreros, daba un efecto mágico al recinto. En la puerta lo estaba esperando su Maestro y sin decir una sola palabra, tomaron el camino de descenso de la montaña sagrada. Cuando llegaron a las puertas de La Tierra del Gemelo Precioso, encontraron solamente dos antorchas encendidas y sobre un nicho, dos itacates para el camino. Los Guardianes de la Montaña Sagrada, eficientes y respetuosos, cumplían con su tarea. El anciano y el joven tomaron sus redes y partieron silenciosamente. Cruzaron el pueblo, que estaba totalmente a obscuras y se dirigieron hacia la Sierra Norte.

Caminaron ocho días hasta llegar al corazón de las montañas. El bosque estaba completamente cerrado, iban por una vereda que serpenteaba por la cresta de una cadena montañosa, que iba, de Sur a Norte. De tramo en tramo, encontraban desfiladeros a derecha y a izquierda. Los paisajes eran impresionantes, el bosque mantenía un tejido cerrado en todos los tonos del verde. A lo lejos solo se veían, más y más montañas tupidas de bosque, era evidente que esa región no estaba habitada. El guerrero sintió el poder del bosque, como una fuerza independiente y poderosa. La conciencia del bosque ejercía una presión sobre la energía del joven guerrero. Durante los días de marcha los caminantes mantuvieron un estricto silencio, que lo había recomendado el Maestro, quien le dijo al alumno que era muy difícil y peligroso llegar hasta donde se lo proponían, porque el bosque no estaba acostumbrado a la presencia de los seres humanos. Por lo cual debían caminar en silencio y deteniendo los pensamientos, para tener la posibilidad de ser aceptados por el bosque, de lo contrario estarían perdidos.

Por la tarde del octavo día, apareció en la distancia una montaña muy especial, en forma de una inmensa pirámide. La montaña se

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