Página:David Copperfield o El sobrino de mi tía (1871).pdf/215

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

203
DAVID COPPERFIELD.

guiente carta, escrita en un papel inundado de lágrimas :

« ¡Oh vos que me habeis querido mil veces mas de lo que yo merecia, aun en aquella época en que incluso mi pensamiento era inocente, cuando leais estos renglones, ya estaré bien lejos... »

- Ya estaré bien lejos, repitió pausadamente Mr. Peggoly. - Deteneos ! ¡Emilia bien lejos! ¡Continuad!

« Estaré bien lejos para nunca mas volver... á menos que no me conduzca aqui... ¡siendo su es- posa! Ah! ; si supierais lo desgarrado que está mi corazon ! ;Os he ofendido demasiado para que me perdoneis nunca, y, sin embargo, lo repito, si pu- dierais saber todo lo que sufro! Soy demasiado culpable para hablaros de m... consolaos al pen- sar que soy culpable; pero por la misericordia di- vina, decid á mi tio que nunca me ha sido mas querida su memoria que ahora! ; Y luego olvidaos todos de lo buenos y cariñosos que habeis sido para conmigo!Olvidadlo, vos, de quien cra la prometida! Pensad que dejé de vivir cuando era niña, y que me han enterrado en remotas tierras. Rogad al eielo, cuya gracia he perdido, que se apiade de mi tio. Sed su consuelo; amad á alguna jóven que sea para vos lo que yo debi ser, que os guarde fidelidad, que sea digna de vos, y que os honre tanto como yo os deshonro. Dios os bendiga á todos; mas de una vez me arrodillaré á sus plan- tas para implorar por vosolros. Si no me trae á vuestro lado, en calidad de esposa, no imploraré por mi; mis plegarias serán por los que quiero; el último grito de mi corazon, para mi tio... para él mis últimas ligrimas, las últimas palabras de mi gratitud.»

Esta era la carta.

Habia dejado de leer, y Mr. Daniel Peggoty se- guia mirándome, como si aun no hubiese acabado. Al acabar le estreché la mano y le rogué que fuera ducño de si.

- Gracias, señor, gracias, respondió sin hacer un movimicnto.

A su vez le habló Cham. Mr. Daniel le dió un apreton de manos, pero sin decir una palabra y siempre en el mismo cstado. Nadie se atrevió á di- rigirle la palabra.

Al cabo de un cuarto de hora, movió los ojos y echó una mirada en su alrededor; en seguida aña- dió con voz sorda :

- ¿Quién ha sido ese hombre? Quiero saber su nombre.

Cham me miró, y, de repente, senti como un choque que me obligaba á retroceder.

- ¿Se sospecha de alguien? ¿Quién es? pregun- tó Mr. Peggoty.

- Mr. David, dijo Cham con voz de súplica, alejaos un momento y dejad que se lo nombre... no debeis oirlo vos.

Volvi á sentir el mismo choque. Cai en una silla y traté de tartamudear una respuesta ; pero mi lengua estaba paralizada, y mi vista se tur- baba.

-;Quiero conocer su nombre! repitió Mr. Da- niel Peggoty.

- Hace ya algm tiempo, respondió Cham tar- tamudeando, hemos encontrado por aqui un cria- do... tambien habia un caballero... el criado era el suyo.

Mr. Peggoly fijó sobre Cham la misma mirada que antes fijara en mí.

- Anoche encontraron al criado, prosiguió Cham, con... nuestra pobre Emilia. Hacia mas de una semana que estaba escondido en los al- rededores, tanto que se creia que ya se habia mar- chado... Mr. David, retiraos por un momento.

Mi pobre Peggoty me echó los brazos al cuello; pero me hubiera sido dificil dar un paso, aun cuando hubiera sabido que iba á caerme la casa encima.

Cham continuó:

- Esta mañana, antes de ser de dia, han visto fuera de la ciudad, en el camino de Norwich, un coche desconocido, que tenia enganchados caba- llos de posta. El criado iba al coche y venia aqui; la última vez que ha ido, le acompañaba Emi- lia... el otro se hallaba en el coche... era el hombre que...

- Por amor de Dios! exelamó Mr. Peggoty, dando un paso hácia atrás, y alargando la mano como para alejar de si lo que lemia... no me digais que ese hombre se llama Steerforth.

- Mr. David, añadió Cham con voz desfalleci- da... no tencis la culpa... y estoy muy lejos de re- procharos nada... pero su nombre es Steerforth, y es un abominable bribon!

Mr. Danicl no exhaló ni un grito, no vertió ni