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DE MADRID A NAPOLES

el Álbum de la Flechere aquellas imprudentes palabras nuestras: Nosotros seremos los últimos viajeros que pongan su nombre este año en el presente libro.—¡Y ellos habrían escrito después el suyo! ¡Y ellos se habrían reido de nuestra necia baladronada!

— ¿Cuándo han llegado al hotel aquellos jóvenes ingleses? preguntamos á uno de los criados que servían la mesa.

— Esta tarde, nos respondió.

— ¿De dónde vienen?

— De Chamounix.

— ¿Por qué camino?

— Por el San Bernardo.

— ¡Por el San Bernardo!

— Sí señor; por el camino de Aosta.

No me quedaba más que oír. — ¡Aquellas dos divinidades aristocráticas habían hecho lo que Iriarte y yo no nos habíamos atrevido á hacer

¡Y sin embargo, su tez parecía de hojas de rosa, sus manos blanqueaban como las azucenas, sus ojos irradiaban inocencia, reposo y alegría! —Era cosa de venerarlas... , á pesar de que nos gustaban muchísimo.

Al comprender que las reconocíamos, pusiéronse las dos muy coloradas, — para lo cual necesitan poco las señoritas y hasta las matronas de los tres reinos unidos.

Nosotros devoramos en silencio nuestra humillación y todos los grissini que había al alcance de nuestra mano.

(Dejo á vuestro cuidado el averiguar qué cosa se entiende por grissini).

Después de comer, todas las señoras volvieron á sus habitaciones, en tanto que los hombres nos reuníamos en otra pieza á fumar y tomar café.

El joven inglés, — el hermano de sus hermanas, — se dignó entonces también ruborizarse... y sonreimos.

Nosotros empezamos á comprender que su reserva no procedía de orgullo, sino de timidez natural , y de aquella refinada etiqueta que forma la base de la educación de los insulares.

—Ese inglés quiere hablarnos, me dijo Mr. Iriarte. Lo estoy viendo luchar con su temperamento; pero al cabo su curiosidad vencerá. Dejémosle, pues, tomar la iniciativa. Probablemente pasará toda esta noche sin dormir, pensando en las cosas que hubiese podido decirnos, si se hubiera atrevido, y en la manera de abordarnos mañana. Antes de tres dias seremos amigos de nuestras aparecidas de la Tete Noire. —Hoy somos ya toda una aventura en el viaje de esos tres jóvenes : mañana podremos ser una novela.

En esto el joven inglés acabó de fumar, y se marchó.

En cambio de esto vino á buscarnos Jussuf, ganoso de hacernos conocer su teatro.

Nosotros ardíanos también en deseos de ir á él. —Según ya habíamos