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DE MADRID A NAPOLES

cresía del Postillon , que á cada momento paraba el carruaje haciéndonos temer que aquello habia llegado.

Pero cátanos en Montefiascone. — Son las ocho. — A las nueve y medi estaremos en Viterbo.

El vino de Montefiascone, especie de moscatel, se vende en unos bar- rilitos sui generis , cuyo angostísimo cuello contiene una cierta cantidad de aceite supernatante , que impide el contacto del aire atmosférico con el precioso licor. El tapon de estos barrilitos consiste en una pelota de algodon, que despues sirve para absorber el aceite. En cuanto al vino, es dulce como un bálsamo, pero generoso y traidor á un mismo tiempo, — por más que estas cualidades os parezcan contradictorias.

Y, á propósito: no he podido comprender bien una cosa que me ha contado el tabernero acerca de un Obispo de Montefiascone y de un epi- tafio en latin, que han dado lugar á que el tal bálsamo se llame por mu- cha gente... (¡singular denominacion!) vino de Est, Est, Est.

¡Porque Montefiascone tiene Catedral y Obispo, á pesar de que su po- blacion no llega á 3,000 almas!

Y esto me recuerda que desde hace una hora estamos en los actuales dominios del Papa, ó sea en el Patrimonio de San Pedro...

No os lo he avisado antes, porque no hemos conocido en nada que pa- sáramos una frontera, ni puedo decir á punto fijo cuándo hemos dejado los Estados de Victor Manuel y penetrado en los de Pio IX. — Solo sé que Bolsena es Reino de Italia y Montefiascone Ciudad pontificia. — ¡Ni nadie nos ha pedido el pasaporte, ni nadie se ha metido en averiguar de qué se compone nuestro equipaje!

Todo esto es lógico. ¿Cómo ha de establecer aduanas la Corte de Roma en una frontera que no reconoce?

Las nueve... — A lo lejos brillan algunas luces. — Es Viterbo.

En las cercanías de la Ciudad , y á los dos lados del camino , hay her- mosas quintas y riquísimas huertas... — Por algo se dijo que en todas partes cuecen habas...

Viterbo es capital de la Delegacion del mismo nombre , y , por consi- guiente, residencia de un Cardenal. — Las calles son muy pendientes y están embaldosadas de lava. — Su gótica Catedral, asi como las fuentes de sus plazas públicas, tienen fama entre los artistas...

Nosotros nos contentamos con saber por erudicion todas estas cosas, y tomamos el camino del Albergo del Aquila Nera, de donde saldremos mañana antes que sea de dia...

Pero ¡ay Dios! ¡qué ciudad tan triste es la !renombrada Viterbo! — De los 14,000 habitantes que encierra, no encontramos ni uno solo en la calle; y eso que apenas serán las nueve y media de la noche. — Las tien- das están cerradas. El alumbrado público, si lo hay, ha echado sin duda cuenta con los buenos oficios de la Luna , y duerme tambien profunda- mente. — Mas es el caso que la Luna ha hecho otro tanto, dejando á las nubes el cuidado de entenderse con los hombres. — Con todo, de tiempo