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DE MADRID A NAPOLES

tenian lugar los espectáculos. — Aquello, más que una obra de construcion, parecia haber sido cavado en las entrañas de una cantera, y me hacia adivinar las descomunales Pagodas labradas en el corazon de las Mon- tañas del Thibet.

Al fin logré salir al anchuroso Circo..,

Al desparramar por él una absorta mirada , la primera idea que me asaltó fué la de mi pequenez, la de mi soledad... — ¡En aquel Anfiteatro, que pudo contener 107,000 personas, estaba yo solo! ¡Allí, donde habian concurrido tantas generaciones, no habia nadie! ¡Allí, donde mil y mil veces resonaron gritos , aplausos , risas , rugidos de fieras , ayes de moribundos, no se oia nada, nada..., ni tan siquiera los latidos de mi corazon, paralizado tambien por el espanto! — En vez del sol, y del bullicio, y del vocerio, y de la lucha, y de la sangre..., ¡nada!... — ¡La luna, muerta en el cielo: la muerte y el silencio en la tierra!

Por todas partes, las gradas desiertas... las gradas mudas... las gradas solas... — Cada piedra parecía el sepulcro de los que sobre ella se sentaron.

Allí el Podium donde se colocaban el Emperador y su familia, los Ma- gistrados , los Senadores y las Vestales : allí los vomitorios por donde la multitud se desbordaba sobre el graderío y los palcos : allá arriba el lugar de los esclavos: de aquella parte arrancaba el velarium que 480 marinos corrían sobre el Anfiteatro á fin de preservar del sol y de la lluvia á todos los espectadores; en aquel lado estaban las verjas de bronce que daban paso á las fieras; por allí entraban las Víctimas..., por allí los Gladiadores... ¡Y aquí, en esta arena... qué horror!...

Mientras pensaba de este modo, no veía nada realmente. Estaba clavado á la entrada del vastísimo Coso, y mí imaginación era presa del de- lirio.— Pronto me repuse, y quise ver y tocar la realidad.

Sólo una comparación puede dar idea exacta del Coliseo visto por dentro. — Figuraos una inmensa Plaza de Toros , de forma oval , toda de piedra, cuyas gradas se elevan basta 137 pies de altura. En torno de la arena se levanta un muro, que protegía al público contra las fieras. Sobre este muro hay una plataforma , que era el lugar de preferencia , e Podium que hemos citado. De la plataforma arrancan cincuenta Gibadas. De lo alto de estas gradas se pasaba á la Galería superior.

El Coliseo no ha podido ser destruido ni por los siglos , ni por las revoluciones, ni por la barbarie ; y, sin embargo, todos estos enemigos han trabajado tenazmente contra él. — Muchos enormes Palacios de Roma han sido construidos con piedra arrancada de aquella montana artificial, y, con todo, la obra conserva su forma, su conjunto, sus gigantescas pro- porciones. Por algunos lados la ruina es muy visible; por otros, ya se mire desde dentro, ya desde fuera, el coloso parece intacto.

El Coliseo se debe á Vespasiano y á Tito.— Muchos millares de prisioneros judíos , traídos á Ro7na atados al carro del destructor de Jerusalem, trabajaron en esta obra nefanda, después de haber visto caer en