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EPILOGO


A bordo del Carmel, 22 de enero.

Al oscurecer pasamos delante de Gaeta.

Truena el canon — Es el estertor de agonía de la vieja Italia.....

¡Salud á la Italia nueva, que se levanta del sepulcro!— Pero ¡honor tambien al último Campeón de la historia! ¡Honor asimismo á la hermosa Heroina de Gaeta, á la Reina destronada!


A bordo del Carmel, 23 de enero.


Hemos navegado toda la noche.

Nos amanece delante de Civita-Vecchia.

La Escuadra Española se halla fondeada en el Puerto. — Acaba de llegar de Gaeta. — ¡Cómo alegra mi alíñala bandera roja y amarilla!

Aquí me separo de Dióscoro Puebla, á quien acompaño hasta el muelle.

Él salta en tierra y se dirige al ferro-carril. — Esta noche se hallará de vuelta en Roma.

Yo regreso al Vapor, donde me paso el dia viendo á lo lejos las melancólicas llanuras del Estado del Papa y evocando mis recientes memorias de la Ciudad Eterna.

A las cuatro de la tarde levamos anclas con rumbo á Liorna.

Hace un tiempo hermosísimo: el horizonte, azul y despejado, se pierde de vista hacia poniente: el sol, al ocultarse, nos deja ver la erizada silueta de la Isla de Córcega, por delante de la cual pasamos á muchas leguas de distancia.

El capitán del Vapor me señala una Isla pequeña que se ve más acá, á unas tres leguas de nuestro derrotero.

Es la Isla de Monte-Cristo..... , con la cual tanto he soñado.

A la noche se toma el té y se baila sobre cubierta, á la luz de la luna, que esclarece los cielos y la mar en toda la plenitud de su belleza.

Yo mido con la vista la triple estela rutilante que la quilla y las ruedas del Vapor dejan en pos de sí, y la descuento de la distancia que me separa de tantos seres queridos, y fluctúo entre la pena de dejar á Italia y la alegría de acercarme al suelo que me vio nacer.

Las hermosas y elegantes pasajeras se han cansado de bailar, y descienden á sus camarotes, acompañadas de sus amantes, de sus maridos ó de sus padres.

Yo quedo solo sobre cubierta.

El capitán y el timonel cruzan algunas señales ó se dirigen algunas palabras técnicas de un extremo á otro del buque

A las doce de la noche distingo tierra á derecha é izquierda, y más de un faro que nos avisa los riesgos

Pasamos entre Piombino y la Isla de Elba.


A bordo del Carmel, 24 de enero.


Al ser de dia estamos en Liorna.

Reconozco el puerto á que arribé hace cerca de dos meses, cuando aún no habla visto á Florencia, Roma y Nápoles.