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nación. Y tal ocurrió en efecto, a pesar y quizá más bien con motivo de los graves conflictos que sobrevinieron en seguida. Resumamos los hechos. El general Juan Ramón Balcarce, sucesor de Rosas en la gobernación de Bue- nos Ajres, por indicación, naturalmente, del mismo don Juan Manuel, concertándose con su ministro de la guerra, el general Enrique Martínez, resuelve emanciparse de la tutela de Rosas y eclipsar su creciente prestigio. Usando de los resortes del mando ambos ge- nerales intentan crearse un partido político propio y hacerse una mayoría en la cámara de representantes ganando a toda costa las elecciones del año 1833. ¡Vana quimera y arriesgadaaventura! Misia Encarnación, que para no desmentir su nombre encarnaba en forma insuperable el temido fantasma de su consorte, baja ella misma a la arena del com- bate, y, verdadera amazona guerrera, recoge el guante arrojado a su esposo. Constituída, por tácita delegación del ausente, en cabeza