DIARIO DE UNA COMEDIANTA 151
A 6 de Agosto,
He aquí una noticia que me trastorna. Un amigo que llega de Moscú me comunica que allá fueron detenidos los franceses y los ingle- ses. El mismo me dice que escapó milagrosa- mente.
Los guardias rojos andan de casa en casa pre- guntando a los porteros la nacionalidad de los inquilinos.
Corro al teléfono para decir a uno de mis ami- gos, el capitán Lelasseux, dispuesto ya para salir a las ocho rumbo a Moscú, que uno de sus ca- maradas está preso juntamente con varios miem- bros de la Misión,
Por desgracia necesito proceder con pruden- cia y solamente le digo:
—¡No parta usted!
—¿Por qué?
—Imposible decir nada. Dentro de veinte mi- nutos nos encontraremos en el Jardín de Estio.
—Está bien.
Cuando llego a la cita, no le veo. Tal vez ya partió. Me dirijo velozmente hacia la Misión.
Jamás olvidaré ese momento. Encuentro a to- dos leyendo reunidos en el salón. Apenas entro grito:
—Lelasseux, ¿partió para Moscú?
—SÍ.