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páginas, nos parece que debemos dejar este cuidado á las sociedades que se interesan por el fomento de la agricultura.

Otros muchos instrumentos se inventarán, primero cuando se dé una instruccion á los cultivadores que haga nacer en ellos el espíritu de investigacion, base fundamental de toda mejora, y segundo cuando reciban algunas nociones sobre las artes gráficas los herreros, herradores, &c.

PRINCIPIOS GENERALES DE AGRICULTURA. Ya hemos dicho que los abultados volúmenes no sirven para la mayor parte de los cultivadores; de lo que esta clase tiene gran necesidad, es de colecciones reducidas y con principios seguros; estos deberian escribirse á manera de adagios reconocidos como verdades y en que se representase el resúmen de la ciencia local, haciendo de modo que su precio fuese muy módico. En extremo conveniente seria que en estos trataditos se les diesen consejos y preceptos para mejorar las costumbres é inspirar el gusto del trabajo, la sobriedad y economía. A continuacion insertamos unos cuantos de los adagios tomados de las obras de agricultura que han merecido mas celebridad en toda Europa.

Un cultivador inteligente, laborioso y económico se enriquece donde el ignorante, el holgazan y el disipador se arruina.

El camino que conduce al cultivador á la taberna, le lleva al hospital y con él á su familia.

¡No mas barbechos! La tierra bien cultivada y abonada, no tiene necesidad de descanso. Con el sistema trienal no se saca de ella mas que un tercio del producto.

Una fanega de tierra bien labrada equivale á dos cultivadas sin esmero. Las tierras sin abonar no sufragan los gastos del cultivo; por consiguiente, el abono es la base de la agricultura.

En agricultura no se debe seguir lo que hemos visto hacer á nuestros padres, porque se guiaban por la rutina y hoy el cultivo debe fundarse en razones positivas.