Página:Diez años de destierro (1919).pdf/132

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
130
 

nos parecerlo. En la provincia se lamentó generalmente su partida; en la creencia de que yo tenía parte de culpa en su destitución, cuantos aspiraban a algún destino se alejaron de mi casa, como si huyeran de un contagio funesto. De todos modos, me quedaban en Ginebra más amigos que en ninguna otra ciudad provinciana de Francia hubiera podido encontrar; su antigua libertad ha sembrado en Ginebra muchos sentimientos generosos; pero el temor de comprometer & los que vienen a visitarnos produce una ansiedad indescriptible. Antes de invitar a una persona, buscaba informes minuciosos de toda su parentela, porque con sólo que tuviera un primo aspirante a un cargo, o que lo paseyese, una simple invitación a comer equivalía a pedir al invitado un acto de heroísmo romano.

En fin, en el mes de marzo de 1811 llegó de París un gobernador nuevo. Era uno de esos hombres magistralmente adaptados al régimen actual; es decir, poseedores de un gran caudal de hechos en materia de Gobierno, pero con una absoluta falta de principios, quienes a toda regla fija llaman abstracción y son ciegos servidores del Poder como por deber de conciencia. La primera vez que le vi, me dijo de sopetón que un talento como el mío parecía hecho para ensalzar al Emperador, tema digno de un entusiasmo como el que yo había mostrado en Corina.

Respondí que, hallándome perseguida por el Emperador, cualquier alabanza que yo le dirigiese