Página:Diez años de destierro (1919).pdf/148

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
146
 

sa calma, me invitaba a seguir su ejemplo; pero a él le sostenía la conciencia de su abnegación en mi favor, y yo me acusaba de las crueles conse cuencias de esa abnegación, que le separaba de su familia y de sus amigos. No cesaba yo de orar; pero la pesadumbre no me daba punto de reposo, y me dolía cada instante de mi vida.

En esto recibí carta de la señora de Récamier, la hermosa dama a quien toda Europa respeta, y que nunca ha abandonado a un amigo en la desgracia. Decíame que al ir a las aguas de Aix—enSaboya tenía intención de visitarme en mi casa, adonde llegaría dentro de dos días. Me estremeci pensando que podía correr la misma suerte que el señor de Montmorency. Por inverosímil que esto fuese, mi deber era temerlo todo de un odio tan bárbaro y tan minucioso, y envié un correo al encuentro de la señora de Récamier, suplicándola que no fuese a Coppet. ¡Y sabiendo que estaba a unas leguas de allí, sabiendo que estaba tan cerca de mi casa, no me era posible ver nuevamente, acaso por última vez, a quien me había consolado siempre con su amable solicitud! La exhorté a que no se detuviera en Coppet, pero no quiso eseuchar mis ruegos; no pudo pasar debajo de mi ventana sin detenerse unas horas en mi compañía, y, deshaciéndome en llanto, la vi entrar en el castillo, donde su llegada había sido siempre motivo de gran alegría. Partió al día siguiente, yéndose, sin pérdida de momento, a casa de unos parientes suyos, que vivían a cincuenta leguas de 3 il