Página:Diez años de destierro (1919).pdf/154

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
152
 

volucionario, del tiempo del Terror, a quien visitaban para que tratase de salvar del cadalso a uno de sus amigos: "Temería perjudicarle—respondió, hablando en sú favor." El gobernador sonrió al oír esta cita, pero continuó los razonamientos, que, por apoyarse en cuatrocientas mil bayonetas, suelen parecer henchidos de razón. Un hombre me decía en Ginebra: "No os parece que el gobernador declara sus opiniones con mucha franqueza?" "Sí—respondí yo—, confiesa sinceramente su abnegación por el hombre poderoso, y dice con valor que es del partido más fuerte; no veo claro el mérito de esa franqueza." Varias personas independientes continuaban demostrándome en Ginebra una buena voluntad, de la que guardaré siempre profundo recuerdo. Pero hasta los empleados de las Aduanas guardaban conmigo una etiqueta diplomática, y un terror profundo se habría ido apoderado de todos, de prefectos en subprefectos, y de unos en otros parientes, si no les hubiese ahorrado, en lo que de mí dependía, la ansiosa duda en que estaban de visitarme o no. A cada correo se esparcía el rumor de que otros amigos míos habían sido desterrados de París por conservar relaciones conmigo; mi deber consistía en no tratarme con ningún francés de nota, y muy a menudo temía perjudicar hasta a las personas del país en que vivía, cuya valerosa amistad hacía mí no se desmintió ni un momento. Experimentaba yo dos movimientos contrarios, y a mi parecer igualmenDijitza