Página:Diez años de destierro (1919).pdf/160

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
158
 

simo, obligándola a correr mi misma suerte. La ciudad de Ginebra, donde tan noble huella ha dejado la libertad, fbase, no obstante, doblegando a los intereses que la ataban a los repartidores de empleos en Francia. Cada día era menor el número de personas con quien podía yo entenderme, y mis sentimientos se convertían en un peso para mi alma, en lugar de ser manantial de vida. Mi talento, mi felicidad y mi existencia eran ya cosa acabada, porque es espantoso no poder servir a nuestros hijos y ser perjudicial a nuestros amigos. En fin, de todas partes me llegaban nuevas de los formidables aprestos del Emperador; estaba claro que quería, ante todo, apoderarse de los puertos del Báltico, aniquilando a Rusia, y que contaba emplear después los restos de esta potencia, llevándolos contra Constantinopla; su intención era partir de allí en seguida a la conquista de Africa y Asia.

Poco antes de salir de París había dicho: "Me aburre la vieja Europa," En efecto, Europa ya no es bastante para la actividad de su dueño.

De un momento a otro podían cerrarse para mí las últimas salidas del continente, y estaba expuesta a encontrarme en Europa como en una plaza fuerte con las puertas guardadas por soldados.

Me decidí, pues, a marcharme, ya que aún me quedaba un medio de ir a Inglaterra; el medio era dar la vuelta a Europa entera. Señalé para mi partida el día 15 de mayo; los preparativos estaban hechos con mucho sigilo desde hacía