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esperanzas de mejora. Pero el ambiente que me rodeaba inducía a todos a aconsejarme reposo, porque desde hacía seis meses no había sobrevenido ninguna persecución nueva, y los hombres propenden a creer que lo que es, seguirá siendo. Bajo la influencia de tantas causas de inercia tenía que tomar una de las resoluciones más enérgicas que pueden verse en la vida privada de una mujer. Las gentes de mi casa, excepción hecha de dos personas de absoluta confianza, ignoraban mi secreto; la mayor parte de los que ve nían a visitarme, no tenían ni sospecha de él; de golpe, iba yo a cambiar por entero mi vida y la de mi familia. Desgarrada por la incentidumbre, recorrí el parque de Coppet; me senté en los mismos sitios en que mi padre tenía la costumbre de reposar contemplando la naturaleza, y admiré, como otras veces habíamos admirado juntos, la belleza de las ondas y de las frondas, y les dije adiós, encomendándome a su dulce influencia. El sarcófago que encierra las cenizas de mi padre y de mi madre, y en el que, si la bondad de Dios lo consiente, reposarán con el tiempo las mías, era una de las principales causas de mi pesar, al alejarme de los lugares en que moraba; pero al acercarme a él, sentíame casi siempre con nuevas fuerzas, que me parecían venir del cielo. Pasé una hora en oración ante la puerta de hierro que guarda los restos del más noble de los humanos, y allí mi alma acabó de convencerse de la necesidad de partir.