Página:Diez años de destierro (1919).pdf/174

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
172
 

garla por especular en sus asuntos propios en igual forma que el Gobierno en los suyos. Pero este Gobierno era aliado del Gobierno francés, y lo era doblemente, pues tenía por jefe al pacientísimo suegro de un yerno terrible. ¿Con qué recursos contaba? Con el matrimonio de su hija se liberó de dos millones de contribución, todo lo más; el resto se lo exigieron con ese género de justicia, al alcance de todos, que consiste en tratar a los amigos igual que a los enemigos. De esto venía la penuria de la Hacienda austriaca.

Nuevas desgracias han nacido de la última guerra, y sobre todo de la última paz. La inutilidad del generoso movimiento que ilustró las armas austriacas en las batallas de Essling y Wagram, enfrió el entusiasmo de la nación por su soberano, a quien en otro tiempo amaba vivamente.

Lo mismo les ha ocurrido a todos los príncipes que han tratado con el Emperador Napoleón, pues los ha utilizado como recaudadores, encargados de levantar impuestos por cuenta suya; los ha obligado a estrujar a sus súbditos para pagarle los tributos que exigía, y cuando le ha parecido conveniente destituir a esos soberanos, los pueblos, desligados de ellos por el mal que les habían hecho en obediencia del Emperador, no los han defendido contra él. El Emperador Napoleón tiene el arte de hacer que la situación de los países, nominalmente en paz, sea tan desdichada que cualquier cambio les parezca agradable, y que una vez obligados a dar hombres y