Página:Diez años de destierro (1919).pdf/264

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
262
 

la candorosa fe popular sin haber adquirido el culto al honor. También la envidia minaba las relaciones entre los jefes del ejército. El Gobierno despótico despierta por su naturaleza, y a pesar suyo, los celos entre sus servidores; como la voluntad de uno sólo puede cambiar totalmente la suerte de cada individuo, el temor y la esperanza tienen tal campo de acción, que sin cesar fomentan la envidia, excitada además por otro sentimiento: el odio a los extranjeros. El general que mandaba el ejército ruso, Barclay de Tolly, aunque nacido en territorio del imperio, no era de raza esclavona bastante pura; esto era sobrado para que no pudiese llevar a los rusos a la victoria; además, había aplicado su distinguido talento a un sistema de guerra de posiciones y de maniobras, mientras que el arte militar que conviene a los rusos es el ataque. Hacerlos retroceder, aunque sea por un cálculo discreto y bien fundado, es enfriar en ellos la impetuosidad, que constituye su fuerza. Los auspicios de la campafa eran, pues, tristísimos, y el silencio que acerca de este asunto se guardaba, aún más pavoroso.

Los ingleses insertan en sus papeles públicos noticia exacta de los heridos, prisioneros y muertos en cada batalla; noble candor de un Gobierno que es tan sincero con la nación como con el monarca, reconociendo a los dos el mismo derecho a saber el estado de los asuntos públicos. Paseábame yo con tristeza profunda por aquella hermosa ciudad de Petersburgo, que podía ser presa del ven-