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en nuestra casa." Este dolor del viejo no fué inútil; pronto veremos cuán caras se han pagado esas lágrimas.

CAPITULO XX

Mi partida para Suecia. Paso a Finlandia.

El Emperador salió de Petersburgo, y se supo que había ido a Abo, donde tenía que avistarse con el general Bernadotté, príncipe real de Suecia.

Desde aquel momento ya no hubo duda acerca del partido que este principe había tomado en la guerra actual, y no había cosa que más importara entonces para la salvación de Rusia y, por tan de Europa. En el curso de este relato se verá desenvolverse las consecuencias de aquel suceso. Mientras conferenciaban el Emperador de Rusia y el príncipe de Suecia, llegó la noticia de la entrada de los franceses en Smolensk, y allí se comprometió el Emperador consigo mismo y con su aliado a no firmar en ningún caso la paz.

"Si toman Petersburgo—dijo—, me retiraré a Siberia. Volveré a tomar nuestras costumbres antiguas, y, como nuestros barbudos antepasados, vendremos a conquistar de nuevo el Imperio. Esa resolución libertará a Europa."—exclamó el príncipe de Suecia; su predicción comienza a cumplirse.

Vi por segunda vez al Emperador Alejandro cuando regresó de Abo, y en el coloquio que tuve el honor de mantener con él, me convenció de tal