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Bonaparte se trasladó a Lausana para preparar la expedición del monte San Bernardo; el general austriaco, ya viejo, no creyó en un proyecto tan atrevido y se abstuvo de preparar la resistencia.

Dícese que con un puñado de tropas hubiera podido aniquilar al ejército francés en los desfiladeros por donde lo llevaba Bonaparte; pero en ésta, como en otras muchas circunstancias, pudieron aplicarse a los triunfos de Bonaparte los versos de Juan Bautista Rousseau:

"La indóell inexperiencia del compañero de Paulo—Emilio fraguó los triunfos de Anfbal." Aquisgram, septiembre de 1804). me llamó en cuanto la Emperatriz se retiró a su aposento; me habló de los premios decenales, de la tragedia de Carlon de Nisas (Pedro el Grande) y de una novela de la sefiore de Stäel, que acababa de leer y que yo no he leído aún, de suerte que me vi muy apurado para responderle, Me dijo sobre la señora de Stäel y sobre Delfina cosas muy notables. Me gustan tan poco las mujeres varoniles—exclamó como los hombres afeminados. Cada cual tiene su papel en el mundo. ¿Qué significa toda esa imaginación errabunda? ¿Y qué queda de ello? Nada. Todo eso es metafísica de los sentimientos, desorden del espíritu. No puedo sufrir a esa mujer; ante todo, porque no me gustan las mujeres que me acosan, y Dlos sabe cuántos piropos me ha echado." Me parecen dignas de crédito. las palabras de Lauriston, porque me recuerdan los términos en que Bonaparte me habló con frecuencia de la señora de Stäel, y porque yo presenclé las insinuaciones de esta sefiora con el Primer Consul y goneral en jefe del ejército de Italia.

Bonaparte no conocía en un principio a la señora de Stäel más que por ser hija de Necker, hombre a quien estimaba poco, como ya he dicho: la señora de Stäel, por su parte, sin conocerle aún más que por lo que pregonaba la fama, escribió al joven vencedor de Italla unas cartas llenas de entuslasmo. Bonaparte me leyó en alta voz algunos fragmentos de ellas, y luego, riendo, me decla: "Comprendéls algo, Bourrienne, de estas extravagancias? Esa mujer estáloca." Recuerdo que en una de sus cartas la señora de Ståel le decía, entre otras cosas, que hablan sido creados el uno para el otro; que sólo por consecuencia de un error de Ian instituciones humanas, la dulce y tranquila Josefina estaba Didi »