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+ 3 E Jif re 29 biese estrellado contra el obstáculo. Su principal talento consiste en asustar a los débiles y en sacar partido de los inmorales. La honradez, dondequiera que la encuentre, diríase que desconcierta sus artimañas, como la señal de la cruz ahuyenta a los demonios.

El armisticio que siguió a la batalla de Marengo, en el que se pactó la cesión de todas las plazas fuertes del Norte de Italia, fué muy desventajoso para Austria. No hubiera logrado más Bonaparte, aun con nuevas victorias. Diríase que las potencias continentales han tenido a gala abandonar lo que en todo caso hubiese sido mejor dejarse quitar; se apresuraron a sancionar las injusticias de Napoleón, a legitimar sus conquistas, cuando lo que hacía falta era no secundarle, ya que no era posible vencerlo. Pedir esto a los antiguos Gabinetes europeas no era mucho pedir; pero no supieron comprender una situación tan nueva; Bonaparte los aturdía con amenazas y promesas, de suerte que creían ganar cediendo, y se regocijaban con la paz, como si esta palabra conservase el mismo significado que en otro tiempo. Las iluminaciones, las reverencias, las comidas y las salvas con que se fezbejaba la paz eran en un todo iguales a las de antaño; pero, lejos de cicatrizar las heridas, esta paz introducía en el Gobierno que la firmaba un germen mortifero de efecto seguro.

Donde la buena suerte de Napoleón se mostró más acentuadamente fué en el carácter de los soberanos que ocupaban los tronos. Pablo I, sobre